Las dos fueron violadas. Lisbeth, en el departamento de su tutor legal en Estocolmo, Lucy Diana en Ayacucho. Aunque en el primer caso se trató de un violador, y en el segundo de cinco, fueron abusos sexuales y punto. La diferencia no es solo que una de ellas sea un personaje de ficción y la otro uno real. Lisbeth sobrevivió y Lucy Diana hoy está enterrada.

Las violaciones de ambas quedaron registradas en video. Imágenes de terror. En el caso de Lisbeth, es ella quien, sabiendo que nuevamente va a ocurrir, graba el video de su propia violación. Quien grabó los horrores cometidos en el cuerpo de Lucy Diana fue su “amiga”, una persona miserable que no solo toleró el delito sino que lo registró en imágenes.

Tanto en la Suecia-del-bienestar de Lisbeth, la Suecia real, aquella que comenzó a ver qué pasaba en su sistema de protección social a raíz de la novela, y donde de seguro sí existen Lisbeths Salanders de carne y hueso; como en el Ayacucho-rincón-de-muertos de Lucy Diana; viven hombres que no aman a las mujeres.

¿Tendremos todas que convertirnos en Lisbeth Salander, justiciera de las mujeres asesinadas por hombres que no las aman, para que no nos sigan matando?